Periostitis tibial: causas, tratamiento y ejercicios para aliviar el dolor

La periostitis tibial es una de las lesiones típicas que sufren los corredores. Para evitar sufrirla, no hay mejor forma de tratamiento que la prevención, sobre todo de forma dirigida al uso de un buen calzado y una buena técnica al correr.

La periostitis tibial o inflamación del periostio tibial, junto con la fascitis plantar, es otra de las lesiones típicas que sufren los corredores, en gran parte ligada a una época de exceso de entrenamiento, aunque sus causas pueden ser diversas, incluyendo desde el terreno en el que entrenamos hasta una mala técnica de carrera.

De nuevo, este tipo de lesión se asocia al impacto de forma repetida entre el pie y el suelo, aunque la localización es diferente a la fascitis y las causas y tratamiento de la periostitis también lo son, como veremos a continuación con mayor detalle en detalle.

 

Qué es la periostitis tibial


Esencialmente, la periostitis tibial es una inflamación del periostio o membrana más externa del hueso de la tibia, en este caso, uno de los dos huesos que forman la pantorrilla (junto al peroné). Dicha inflamación suele surgir a causa de una vibración repetida sobre el pie, la cual provoca que los músculos tibiales traccionen la zona de forma contínua, incluyendo la inserción de los tendones musculares, zona proclive a sufrir la periostitis.
Normalmente, la periostitis tibial suele surgir en la zona anterior de la pierna (periostitis tibial anterior), aunque también hay casos donde se produce en la zona posterior (periostitis tibial posterior); en dicho último caso, no es el músculo tibial posterior el causante de la misma, sino que es el músculo sóleo (justo debajo de los gemelos) y el músculo flexor plantar los causantes de la misma, según recientes investigaciones.

 


Detectar una periostitis tibial es relativamente fácil, ya que los síntomas clave incluyen dolor en la zona tibial anterior (es decir, dolor en la espinilla) cuando se pretende salir a correr, que aumenta progresivamente, llegando incluso a provocar una modificación de la técnica o alteración al andar por el mismo dolor.

 


Por qué se produce la periostitis tibial y cómo prevenirla


Aunque se suele achacar a una mala técnica al correr, los factores que dan lugar a una periostitis tibial son diversos y mucho más complejos que esto, algunos de ellos similares al caso de la fascitis plantar. Entre estos factores podemos hablar de superficies de entrenamiento demasiado duras, escasa preparación muscular, exceso de intensidad en los entrenamientos, mala técnica de carrera, calzado inapropiado, estiramientos inadecuados o malos hábitos de vida en general (pasar demasiado tiempo de pie, conducir demasiadas horas, etcétera).
Para evitar llegar a sufrir periostitis, no hay mejor forma de tratamiento que la prevención, sobre todo de forma dirigida al uso de un buen calzado, una buena superficie de entrenamiento y una buena técnica al correr. Asimismo, jamás se deben olvidar los estiramientos antes (calentamiento dinámico) y después de salir a correr, además de llevar a cabo una buena planificación del entrenamiento (recordando que un exceso de intensidad es una de las primeras causas de esta lesión deportiva).

 


Tratamiento para la periostitis tibial


Si con la prevención no hemos sido capaces de evitar una periostitis tibial, por el motivo que sea, es el momento de pasar a un nivel superior: el tratamiento de la periostitis.
Aunque los médicos tendemos a ofrecer de forma casi automática tratamientos con fármacos, en las lesiones deportivas en general suelen funcionar mejor los denominados tratamientos conservadores, como se comentó en un estudio publicado el pasado año 2009.

 

 

En la fase aguda de la periostitis, aún hoy en día se suele recomendar “reposo y frío”, aunque actualmente cada vez son más los expertos que recomiendan un “reposo relativo” y no total como se solía hacer, con un cese del deporte intenso de 2 a 6 semanas de media. Asimismo, el frío o hielo de forma localizada tan solo funcionará en la fase aguda y aplicado no más de 15-20 minutos.
Asimismo, también se recomienda en esta fase de la lesión el uso de otras terapias físicas tales como ultrasonidos, hidromasaje, fonoforesis, fisioterapia de la zona, estimulación eléctrica… aunque también se afirma que ninguna de estas terapias ha demostrado ser mejor que otras opciones de tratamiento, como el frío local.
En la fase subaguda de la lesión (el momento en el que ya existe una recuperación parcial de la periostitis), se recomienda una modificación de la técnica de entrenamiento (menor volumen, frecuencia e intensidad, evitar terrenos complicados o irregulares y sobre todo buscar superficies más blandas para evitar tensiones y choque). Un Asimismo, durante esta fase de recuperación, también se aconseja realizar otros ejercicios de bajo impacto tales como la natación, elíptica o bicicleta estática con el objetivo de volver a la normalidad de forma progresiva, evitando siempre cualquier ejercicio que pueda causar dolor.
Por otro lado, los estiramientos y los ejercicios excéntricos de gemelos y cadera han demostrado ser muy beneficiosos según varios estudios.
Finalmente, la búsqueda de un calzado adecuado y la solución de problemas biomecánicos (pie cavo o plano, exceso de pronación) deben tenerse siempre en cuenta, consultando previamente a un especialista en podología, un médico rehabilitador o un traumatólogo. Aquí entra el trabajo para mejorar la técnica de carrera del corredor.

 

Conclusión


Finalmente, como conclusión, podemos decir que la periostitis tibial es una de las lesiones deportivas más comunes sufridas por corredores y un motivo de consulta frecuente, tanto en las consultas médicas como en las consultas de fisioterapia y podología.
Su detección precoz es importante, ya que un tratamiento precoz podría solucionar el problema antes de que llegue a cronificarse.
A pesar de todo, los estudios no han logrado descubrir un mejor tratamiento que el reposo relativo, el uso de frío local, y el uso de analgésicos y/o antiinflamatorios, asociado siempre a los cambios en el entrenamiento, el calzado, los estiramientos y ejercicios de fortalecimiento.

 

Fuente

Biosports
Periostitis tibial: causas, tratamiento y ejercicios para aliviar el dolor

La periostitis tibial es una de las lesiones típicas que sufren los corredores. Para evitar sufrirla, no hay mejor forma de tratamiento que la prevención, sobre todo de forma dirigida al uso de un buen calzado y una buena técnica al correr.

La periostitis tibial o inflamación del periostio tibial, junto con la fascitis plantar, es otra de las lesiones típicas que sufren los corredores, en gran parte ligada a una época de exceso de entrenamiento, aunque sus causas pueden ser diversas, incluyendo desde el terreno en el que entrenamos hasta una mala técnica de carrera.

De nuevo, este tipo de lesión se asocia al impacto de forma repetida entre el pie y el suelo, aunque la localización es diferente a la fascitis y las causas y tratamiento de la periostitis también lo son, como veremos a continuación con mayor detalle en detalle.

 

Qué es la periostitis tibial


Esencialmente, la periostitis tibial es una inflamación del periostio o membrana más externa del hueso de la tibia, en este caso, uno de los dos huesos que forman la pantorrilla (junto al peroné). Dicha inflamación suele surgir a causa de una vibración repetida sobre el pie, la cual provoca que los músculos tibiales traccionen la zona de forma contínua, incluyendo la inserción de los tendones musculares, zona proclive a sufrir la periostitis.
Normalmente, la periostitis tibial suele surgir en la zona anterior de la pierna (periostitis tibial anterior), aunque también hay casos donde se produce en la zona posterior (periostitis tibial posterior); en dicho último caso, no es el músculo tibial posterior el causante de la misma, sino que es el músculo sóleo (justo debajo de los gemelos) y el músculo flexor plantar los causantes de la misma, según recientes investigaciones.

 


Detectar una periostitis tibial es relativamente fácil, ya que los síntomas clave incluyen dolor en la zona tibial anterior (es decir, dolor en la espinilla) cuando se pretende salir a correr, que aumenta progresivamente, llegando incluso a provocar una modificación de la técnica o alteración al andar por el mismo dolor.

 


Por qué se produce la periostitis tibial y cómo prevenirla


Aunque se suele achacar a una mala técnica al correr, los factores que dan lugar a una periostitis tibial son diversos y mucho más complejos que esto, algunos de ellos similares al caso de la fascitis plantar. Entre estos factores podemos hablar de superficies de entrenamiento demasiado duras, escasa preparación muscular, exceso de intensidad en los entrenamientos, mala técnica de carrera, calzado inapropiado, estiramientos inadecuados o malos hábitos de vida en general (pasar demasiado tiempo de pie, conducir demasiadas horas, etcétera).
Para evitar llegar a sufrir periostitis, no hay mejor forma de tratamiento que la prevención, sobre todo de forma dirigida al uso de un buen calzado, una buena superficie de entrenamiento y una buena técnica al correr. Asimismo, jamás se deben olvidar los estiramientos antes (calentamiento dinámico) y después de salir a correr, además de llevar a cabo una buena planificación del entrenamiento (recordando que un exceso de intensidad es una de las primeras causas de esta lesión deportiva).

 


Tratamiento para la periostitis tibial


Si con la prevención no hemos sido capaces de evitar una periostitis tibial, por el motivo que sea, es el momento de pasar a un nivel superior: el tratamiento de la periostitis.
Aunque los médicos tendemos a ofrecer de forma casi automática tratamientos con fármacos, en las lesiones deportivas en general suelen funcionar mejor los denominados tratamientos conservadores, como se comentó en un estudio publicado el pasado año 2009.

 

 

En la fase aguda de la periostitis, aún hoy en día se suele recomendar “reposo y frío”, aunque actualmente cada vez son más los expertos que recomiendan un “reposo relativo” y no total como se solía hacer, con un cese del deporte intenso de 2 a 6 semanas de media. Asimismo, el frío o hielo de forma localizada tan solo funcionará en la fase aguda y aplicado no más de 15-20 minutos.
Asimismo, también se recomienda en esta fase de la lesión el uso de otras terapias físicas tales como ultrasonidos, hidromasaje, fonoforesis, fisioterapia de la zona, estimulación eléctrica… aunque también se afirma que ninguna de estas terapias ha demostrado ser mejor que otras opciones de tratamiento, como el frío local.
En la fase subaguda de la lesión (el momento en el que ya existe una recuperación parcial de la periostitis), se recomienda una modificación de la técnica de entrenamiento (menor volumen, frecuencia e intensidad, evitar terrenos complicados o irregulares y sobre todo buscar superficies más blandas para evitar tensiones y choque). Un Asimismo, durante esta fase de recuperación, también se aconseja realizar otros ejercicios de bajo impacto tales como la natación, elíptica o bicicleta estática con el objetivo de volver a la normalidad de forma progresiva, evitando siempre cualquier ejercicio que pueda causar dolor.
Por otro lado, los estiramientos y los ejercicios excéntricos de gemelos y cadera han demostrado ser muy beneficiosos según varios estudios.
Finalmente, la búsqueda de un calzado adecuado y la solución de problemas biomecánicos (pie cavo o plano, exceso de pronación) deben tenerse siempre en cuenta, consultando previamente a un especialista en podología, un médico rehabilitador o un traumatólogo. Aquí entra el trabajo para mejorar la técnica de carrera del corredor.

 

Conclusión


Finalmente, como conclusión, podemos decir que la periostitis tibial es una de las lesiones deportivas más comunes sufridas por corredores y un motivo de consulta frecuente, tanto en las consultas médicas como en las consultas de fisioterapia y podología.
Su detección precoz es importante, ya que un tratamiento precoz podría solucionar el problema antes de que llegue a cronificarse.
A pesar de todo, los estudios no han logrado descubrir un mejor tratamiento que el reposo relativo, el uso de frío local, y el uso de analgésicos y/o antiinflamatorios, asociado siempre a los cambios en el entrenamiento, el calzado, los estiramientos y ejercicios de fortalecimiento.

 

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